El Refugio Antiaéreo de Santiago es uno de los más de 35 refugios que se construyeron en la ciudad de Jaén durante y después de la Guerra Civil.
En 1936 y con el inicio de la Guerra Civil en España, se comienzan a construir refugios antiaéreos en las zonas más vulnerables para poder proteger a la población, creando un Refugio en la Plaza de Santiago.
Es uno de los muchos refugios antiaéreos que se construyeron en la ciudad tras el bombardeo que sufrió la población civil en abril de 1937, en el que causó 159 víctimas civiles y más de 300 heridos, sobre todo mujeres y niños.
LAS BOMBAS CAYERON EN PLENA CIUDAD DE JAÉN A LAS 17:22 HORAS, SIENDO LA ANTIGUA CALLE MESONES, LA MÁS AFECTADA DE LA CIUDAD.
Las obras de este refugio comenzaron después del bombardeo, y estaba formado por tres túneles, con bancos para asegurar la comodidad de algunos de los refugiados.
Para construir este refugio se ahuecó totalmente la plaza y se utilizó todo el restante de la desaparecida Iglesia de Santiago, que no había sido demolido con anterioridad, eliminando así todos los restos materiales.
El aforo del refugio es de 1.005 personas, y él se dispone de respiraderos de unos veinte centímetros de diámetro para favorecer la salida de aire.
Cuenta en su interior con tres galerías perpendiculares con una anchura de 1,50 metros, muros de mampostería y cemento en la parte inferior, y bóveda de cañón realizado en hormigón en la superior.
Actualmente es un espacio para la paz, el cual tiene como función rendirles homenaje a las víctimas, donde hay recorridos para contar la historia y explicar los hechos, mediante videos, fotos y narraciones.
En él se recuerda el Jaén de los años treinta y las consecuencias de dicho bombardeo. Se constituye como un espacio de reflexión sobre la paz, y para aprender un poco más de esta trágica historia
¿SABÍAS QUE…?
El nombre del refugio procede de la antigua Iglesia de Santiago que se encontraba encima de donde hoy se halla el refugio. De procedencia medieval, ya en el siglo XVIII existen noticias de su estado de ruina.
En 1810 se da la orden por parte de un capitán francés de su derribo y de la utilización de sus piedras para las obras de fortificación del castillo de Santa Catalina.