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UN NUEVO PLÁSTICO TOTALMENTE BIODEGRADABLE DE PIEL DE TOMATE

Increíble, pero cierto. Gracias a su investigación han creado Bioplástico utilizando las cáscaras de los tomates, es decir, han utilizado medios naturales y biodegradables.

¿Se puede pedir más?

A partir de la piel de tomate se ha obtenido un nuevo plástico totalmente sostenible y biodegradable y se ha descubierto a partir de diferentes proyectos y colaboraciones.

El centro tecnológico del plástico de Martos fue partícipe de un gran un proyecto para producir bioplástico utilizando para ello los desechos industriales del tomate triturado.

El centro tecnológico del plástico de Martos desarrolla bioplástico con los desechos del tomate

El resultado es un plástico ecológico, cuyo resultado es óptimo para recubrir envases alimentarios.

En Andaltec, Francisco Javier Navas, es el investigador responsable de este proyecto y ha estimado que es posible que se generen alrededor de 6,5 toneladas al año sólo en España, así como 25 mil toneladas anuales de estos residuos en toda Europa.

Están realizando el diseño y puesta a punto de los equipos así como procesos necesarios para poder conseguir este bioplástico a escala industrial.

El principal objetivo del proyecto es, de hecho, la fabricación de bioplásticos a partir de los residuos de cáscara de tomate. 

Son un residuo abundante y económico del procesamiento de las industrias del tomate ricas en polisacáridos (principalmente celulosa, pectina y hemicelulosas) y lípidos (ceras solubles y un biopoliéster insoluble de cadena larga llamado cutina). 

Específicamente, el proyecto se centra en la bio-mimetización de la cutícula de la planta, que es la membrana protectora y más externa que recubre la epidermis de las partes de los órganos de las plantas expuestas al aire.

Estos agro-residuos han sido elegidos porque tienen una elevada cantidad de cutina y el cultivo de tomates es un negocio importante en el sector de la agricultura.

La industria europea de procesamiento de tomates procesó 11.380.100 toneladas de tomates crudos en 2004. Italia es, con mucho, el productor más importante de tomates procesados ​​en Europa con una participación del 53% de la producción europea, seguido de España (22%) y Portugal y Grecia (10% cada uno). ). 

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Otros productores menores son Francia y algunos de los nuevos países miembros, en particular Hungría y Polonia. Hoy en día, este subproducto económico, el orujo de tomate, se utiliza como alimento para animales.

Los ácidos grasos polihidroxilados naturales de las cáscaras de tomate son excelentes materias primas para la fabricación de diferentes materiales, como películas independientes, compuestos de celulosa y revestimientos para latas.

Los principales mercados potencialmente explotables son el embalaje, la industria del papel, la industria textil, la salud y la industria alimentaria.

Un descubrimiento que en principio también podría extenderse a otras hortalizas, como el pimiento morrón. Sin embargo, los científicos han dado prioridad a los tomates, particularmente porque la industria tiende a desechar la cáscara, que generalmente se descarta después de que los tomates se pelan para enlatar.

La novedad más destacable desde el punto de vista medioambiental, también en este caso, es el mínimo impacto que tiene este uso de la piel, siendo los plásticos producidos también biodegradables a corto plazo.

En esta investigación, mediante un proceso de despolimerización in vitro, el polímero de tomate original degrada sus monómeros y se polimeriza nuevamente mediante reacciones químicas para obtener un “plástico”.

plastico cascara tomate

que tiene las propiedades de la cáscara de las verduras, pero cuyo tamaño o grosor se puede moldear para satisfacer necesidades específicas.

También aquí, en términos de aplicaciones industriales, los ensayos se han dirigido principalmente a recubrir latas de aluminio que contienen bebidas con nanocapas imperceptibles en algunos casos.

Actualmente, los productos derivados del petróleo se utilizan para evitar que las bebidas entren en contacto con el aluminio. 

Algunos de estos componentes están prohibidos para su uso en productos para niños; un problema que podría resolverse con estas nuevas alternativas totalmente sostenibles.

El impacto potencial en la sociedad de este nuevo material es triple: primero, estos nuevos bioplásticos son biodegradables sin efectos adversos sobre el medio ambiente. 

En segundo lugar, se recicla y se utiliza como materia prima un residuo agrícola económico (cáscara de tomate) cuyos costes deben eliminarse. Por último, pero no menos importante, la fabricación de estos bioplásticos y el uso de cáscaras de tomate podrían generar nuevas oportunidades comerciales y laborales en el futuro.

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